sábado, 16 de enero de 2010

El reloj que marca la historia de la “UCE”

Por: Xavier A. Andocilla R:

Al ingresar a la Universidad Central, por la Plaza Indoamerica, nos topamos con uno de los monumentos más finos y poco conocido su valor histórico. Todas las personas que han trascurrido por el corredor que se dirige al Teatro Universitario han observado, por lo menos alguna vez en su vida, una columna de piedra sólida, con cuerpo torneado y estéticamente atractivo, su base es ancha y circular, en su parte superior consta un rectángulo pesado y en el que está grabado, a ambos lados de la placa, una serie de inscripciones, un sol y líneas horarias, estas últimas probablemente para ser utilizadas en los equinoccios cuando el Sol está directamente en el cenit y no ilumina ninguna de las caras principales.

Las inscripciones son muy visibles para el ojo humano y están escritas en Latín; en la cara norte se encuentra la frase “HORARE QUITENSES”, que traducida quiere decir “hora quitense”, y al pie otra, cuyo significado señala: “Si el tiempo fuere nublado, no sirve”; y, a la cabeza un enunciado que recoge una expresión de Mateo XX que dice: “Velad, pues que no sabéis ni el día ni la hora”. Por la cara sur se puede leer “Mientras el sol alumbra a la piedra, podréis contar muchas horas”. En la carilla este se encuentran las abreviaturas que significan: “Arreglado por le Padre Miguel Manosalvas” y por último en el lado oeste se ha gravado: “obra de los Académicos Pichinchenses 1766”.

Esta figura, que para muchas personas es un adorno inservible, es el reloj solar. En el Quito existen solamente tres relojes de este tipo, en la Universidad Central se encuentra el que mejor condición se ha mantenido y a pesar de la inclemencia del tiempo, su piedra está en buenas condiciones y su estilete a desaparecido, razón por la cual en la actualidad ya no marque la hora.

La historia de este artefacto comienza en los años comprendidos entre 1736 a 1742, tiempo en que la Condamine y la Misión Geodésica encontraron hospedaje en el Colegio Máximo (instalaciones que posteriormente se constituirían en los antiguos predios de la U.C.E). Al reloj Solar se lo elaboró como un recuerdo a la relación que establecieron los jesuitas con los miembros de la Misión Geodésica. Se trazó, en la azotea del edificio de los jesuitas, una línea de meridiano y en una columna de cal y ladrillo se coló un reloj de Sol.

La Condamine al haber trazado la línea en ladrillo, construyó las bases para la elaboración del reloj solar de la Universidad Central, esta “se fue borrando paulatinamente, hasta que en 1766 (por iniciativa de la Sociedad Pichinchense) otra fue sustituida en piedra, y una inscripción en mármol fue colocada en la pared cerca de allí” (Stevenson: 1994; 428).

Según Luciano Andrade Marín, “esta placa desapareció cuando en el año de 1915 los demoledores derribaron la antigua universidad para reconstruirla. La misma columna y reloj de Sol también desapareció, y sólo gracias a la diligencia del que esto escribe, se pudo saber de su paradero, recaudarla y colocarla de nuevo, a lo menos, en el patio sur de la nueva universidad (ya envejecida), de donde finalmente fue sacado bello dicho reloj y llevado a colocárselo en la otra nueva universidad, donde ahora está”.

Este reloj ha sido testigo de la vida de la Universidad Central, es uno de los artefactos más antiguos que posee el Alma Mater. El reloj Solar ha observado como generación tras generación se han levantado contra los tiranos, estuvo presente en los momentos que han sido atropellados los predios universitarios y también ha visto que la comunidad universitaria levanta sus anhelos de cambio. Es por este que este artefacto marcó, marca y marcara la historia de nuestra universidad.

2 comentarios:

  1. muy buena la publicacion felicitaciones muchas personas por ni decir todas que han pasado por la universidad no saben que es ese monumento otra vez felicitaciones

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  2. Pero cules son las medidas del reloj del sol.?

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